Por: Dra.
María Luisa Regueiro Rodríguez, profesora de la Universidad Complutense de
Madrid.
1.
Piensa que la
universidad es una de las más importantes y decisivas oportunidades que te
brinda la vida. Muchas personas no cuentan con este privilegio. Tu esfuerzo
en el estudio es la mejor inversión para tu futuro profesional y
personal, como un ser pensante, crítico, que no desperdicia sus
talentos, sino que los va incrementando cada día.
2. No creas que la universidad es un mundo
aparte, lleno de complicaciones o de posibilidades de fracaso sólo superables
por los genios. La universidad es parte de la vida, y no
hace falta ser un superdotado para superar sus desafíos. La
voluntad, la perseverancia, el interés en la propia superación son las
cualidades que se necesitan para una carrera exitosa.
3. No pienses sólo en
superar los exámenes. Estudia con la intención de aprender, aunque la
asignatura no sea la que más te guste.
4. No aspires sólo al 5
(cinco). Piensa en el 10, y no sufrirás por conseguir el aprobado, ni te
agobiarás pensando en el temido suspenso. Deja el 5 para los mediocres y
los perezosos: tú no lo eres.
5. Esas asignaturas que no
te gustan o que tienen un profesor hueso son una magnífica
oportunidad para educar tu voluntad, para aprender a superar jefes
pesados, para saber hasta dónde pueden llegar tus fuerzas. Acepta el desafío.
Te hará más fuerte para la vida. Es más: si un tema te resulta especialmente
farragoso, investiga sobre él, conviértete en un experto y ganarás muchos
puntos respecto del profesor y, mucho más, respecto de ti mismo.
6. Estudia desde el primer
día, cada día. Pasa los apuntes de clase inmediatamente al llegar a
casa. No los dejes para interpretarlos más tarde, porque los datos
complicados se transformarán en una masa difícil de digerir. La interpretación
debe ser inmediata, para poder pedir al profesor, al día siguiente, las
aclaraciones que te permitan superar tus dudas. El profesor valorará tu interés
y ganarás muchos puntos en la apreciación de tu persona.
7. Desde el primer día,
pregunta cuál es el libro o el manual fundamental de la bibliografía. Búscalo
en la biblioteca, familiarízate con él, y cuando pases los apuntes, contrástalos
con el libro, haz esquemas, memorízalos. No se puede estudiar sólo con
los apuntes: están escritos con prisa, con incorrecciones. Es realmente
absurdo emplear tiempo y esfuerzo para estudiar sobre apuntes imperfectos. El
libro te dará seguridad (al menos, los autores lo han pensado antes de
escribirlo), y con sus esquemas e imágenes hará más ameno tu estudio y, por
supuesto más fiable.
8. El profesor es una
persona y, como tal, es sensible al reconocimiento de sus alumnos. Además,
tiene que conocerte y saberte interesado en su materia. Desde el primer día
averigua si ha escrito artículos o manuales sobre la materia que enseña.
Búscalos en la biblioteca, léelos y no dejes de tomarlos en cuenta en tus
exámenes, en tus intervenciones en clase, sin el ridículo temor de parece pelota.
Ponte en su situación: si hubieras escrito un manual sobre el tema que
desarrollas en clase, ¿no te gustaría que alguno de tus alumnos reconociera tu
esfuerzo?
9. Desde el primer día de
clase toma buena nota de los horarios de tutorías, de las observaciones del
profesor sobre lo que considera importante, de los exámenes de otros
años. Como buen estratega –y para ganar la batalla hay que serlo-
debes conocer a quién te diriges, qué piensa, qué valora especialmente.
10. Asiste a las tutorías
con regularidad durante el período de clases (no sólo para reclamar la nota del
examen final). No tengas miedo. No seas tímido. Las tutorías están para aclarar
dudas, para conocer mejor lo que quiere el profesor, para que te conozca y te
valore también por tu esfuerzo de superación. Muéstrate siempre educado,
formal, en el trato directo con el profesor. Usa siempre el Usted,
demuestra tu buena educación en el lenguaje, que es tu mejor carta de
presentación.
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